Este personaje, que abandonó su forma humana en 1931, conjuntaba las características del vampiro con las del hombre-lobo. Su mayor satisfacción era recibir en la boca la sangre que manaba de la herida hecha a sus víctimas.
Kürten ejemplifica también la evolución de los vampiros al paso de los años. Su apariencia en nada correspondía con la estampa clásica de los vampiros literario-cinematográficos. Era un hombre pulcro, vestía con corrección, usaba anteojos con armazón de concha y llevaba un bigote diminuto. Nadie podría sospechar de él. Sin embargo, cometió 29 asesinatos y asaltos, y hundió a Düsseldorf en el pánico durante varios años. Su reputación se extendió por toda Europa y ganó un espacio en las enciclopedias.
Ahora bien, desde la perspectiva de los vampiros aristócratas, Peter Kürten "despreció de modo grotesco la personalidad de sus antecesores" y cometió sus crímenes "de manera asquerosa y en absoluto tradicional". Así me lo expresaría más tarde Strahd von Zarovich, Señor de Barovia. "Ningún vampiro que se preciara de serlo habría ahogado a su compañero de juegos de la niñez, como hizo Kürten", aseguró Strahd con visible descontento. "Ni habría cometido otros actos sádicos con ovejas: actividad favorita de Kürten cuando tenía trece años".
Kürten sufría de los que los médicos llaman hematodípsia: sed de sangre, con raíces profundamente sexuales. Estrangulaba, violaba y cortaba la garganta de sus víctimas, mientras le sobrevenía un fuerte orgasmo. Se caso con una mujer a la que tenía la misma devoción que había profesado a su madre... pero ella tuvo que aceptar el matrimonio bajo las amenazas de muerte que le hiciera el "monstruo". Nunca se enteró de los crímenes de su marido, hasta que él mismo se los confesó, entonces ella lo denunció a la policía.
Mientras duró el juicio, Kürten escribió cartas despiadadas a los padres de las jovencitas y niños que había asesinado. Su tono podía parecer el de una persona insolente o el de alguien que había perdido la razón. "¿Qué quiere usted, señora? Yo necesito sangre, del mismo modo que otros necesitan el alcohol. ¿Se da usted cuenta? Explicó el "monstruo" a la madre de una de sus víctimas de cinco años de edad.
Ornella Volta afirma que Kürten era conductor de camión, buen esposo durante el día y vampiro por la noche. Cuando habla de la apariencia del asesino de Düsseldorf, esta autora señala: "solo se le podía acusar de cierto afeminamiento. Además de usar brillantina - producto casi desconocido para los hombres del norte europeo - usaba polvos faciales. Un testigo dijo que él: "Habla de su necesidad de matar como otros lo hacen de su hábito por el tabaco".
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